Dos meses atrás iniciaba la andadura en el curso de formación Flipped Classroom con escasos conocimientos previos. Se cuentan con los dedos de una mano, los compañeros que se han aventurado a flippar con los alumnos.
El colofón final del curso ha supuesto el diseño de un proyecto propio, en mi caso creo que la temática es acertada y así me lo han expresado mis homólogos en sus valoraciones.
A pesar de dicho éxito, se me generan algunas dudas en cuanto al diseño de proyectos en el aula. La primera de ellas es, qué sucede con el artefacto que has generado. Se supone que se trata de una idea innovadora que se culmina con la presentación de un producto a nivel de curso escolar, de etapa educativa, de centro, de familias, de ciudad...y que detrás de todo ese trabajo generado (vídeo, vídeo enriquecido, juegos, actividades, rúbricas, difusión, herramientas TIC, encuestas, concursos...) no pueden ser reutilizadas porque resultaría repetitivo.
La segunda de ellas tiene relación con todo lo anterior, y es la dedicación, personal para todos nosotros, que supone el poner en marcha un proyecto. Es cierto que, el alumno debe ser protagonista y mi opinión es que ellos deben generar los contenidos, pero detrás de todo proyecto el profesor asume la carga de liderar, guiar y dinamizar para garantizar su éxito.
La tercera es que un profesor tiene que estar muy puesto en las herramientas TIC, ha quedado patente durante el curso y agradezco muchísimo el descubrir multitud de recursos para desarrollar mi labor profesional.
Y por último, la coevaluación y la evaluación. Considero muy interesante las rúbricas de coevaluación compartidas en el curso, de hecho, las he incorporado para que el propio alumnado sea capaz de valorar de esta manera el trabajo cooperativo realizado. Mientras que en cuanto a la evaluación de los proyectos, ésta tiene que estar muy bien hecha y muy bien definida, casi me atrevería a decir que es uno de los apartados más complejos de un proyecto.
